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miércoles, 29 de septiembre de 2010

La diferencia entre un sueño y un proyecto es la fecha.

A estas alturas más o menos todo el mundo sabe que para vivir la vida que uno quiere, primero hay que imaginársela. Tener sueños y deseos no solo es bonito y placentero, sino que además es necesario. Los sueños son el motor del mundo. El problema viene cuando los dejamos aparcados en la carpeta de "sueños" para siempre. 


El primer paso para conseguir un sueño es convertirlo en una meta, o proyecto. ¿Cual es la diferencia? La fecha. Los proyectos tiene fecha. No tiene que estar escrita en piedra, pero el que haya una fecha significa que lo hemos pasado de la carpeta "Sería lo ideal pero nunca va a materializarse" a la de "Un día va a ser una realidad". El ejemplo más fácil que se me ocurre es el de un viaje. Uno tiene en mente la imagen de un lugar que quisiera visitar. La imagen puede estar años en nuestra mente, en nuestro escritorio o en la pared, y será solo un sueño hasta que
decidamos que vamos a hacer el viaje en una fecha (aunque sea aproximada). En ese momento pasa a ser un plan.


El trabajo de un coach a menudo consiste en aplicar este tipo de teorías generales a otros asuntos más específicos y mundanos y esto es lo que quiero compartir con vosotros hoy. Cuando nos encontramos con una situación que no es la que nos gustaría pero que no estamos en condiciones de modificar de forma inmediata, una forma de mejorarla es determinar la solución o los factores que pueden conducir al cambio que deseamos, y poner una fecha para implementarlos. Por poner un ejemplo, no es lo mismo estar accidentado sabiendo que existen los servicios de emergencia y que alguien los va a llamar, que sabiendo que están en camino y llegarán en pocos minutos. Puede que el dolor sea el mismo, pero el ánimo con el que lo sobrellevamos no.  De la misma manera, no es igual no poder delegar ninguna de nuestras tareas por falta de recursos, que pensar en que el mes que viene vamos a empezar a delegar las que nos cuestan más esfuerzo o las que representan un trabajo menos agradable. Puede que continuemos inmersos en la situación que no nos gusta, pero el saber que la solución está de camino lo hace mucho más llevadero. 


Hace un par de meses, uno de mis clientes se encontraba bastante estresado. Enfocado casi exclusivamente en su vida laboral, no estaba dedicando el tiempo suficiente a otros aspectos importantes de su vida, con lo que no encontraba el equilibrio necesario para ser feliz. Por supuesto ni él necesita visitar a un coach para que le digan que tiene que delegar ni yo necesito consultar un economista para saber que no le resulta posible en este momento. Nuestro trabajo se centró primero en determinar cuales son las tareas más prescindibles, las últimas en su lista de prioridades profesionales. En segundo lugar, determinó sus prioridades en la vida además del trabajo. Esto siempre ayuda a tener más claros nuestros objetivos. Equivale a decidir dónde queremos llegar. Ahora solo tenemos que ver donde estamos y marcar el camino que nos va a llevar del punto A al punto B. 


Mi cliente terminó la sesión tomando dos determinaciones. Primero,  en un mes y medio delegaría dos de sus tareas; las que menos le satisfacen. En ese momento no sabía cómo iba a encontrar la persona adecuada ni como afrontaría el previsible gasto, pero lo decidió igualmente. El SABIA que en unas semanas no iba a tener que seguir encargándose de estas tareas. Su segunda decisión fue que iba a dedicar más tiempo a una de sus otras prioridades. Eligió la que sintió como más importante, especificó la cantidad de tiempo y el momento de la semana que iba a dedicarse a ello, y estipuló que empezaría en dos semanas. 


En una de nuestras recientes sesiones hemos revisado éste asunto. Encontró a alguien en prácticas para la primera tarea que delegó, y no pudo solucionar la segunda en la fecha prevista, si no algo más tarde. Ahora tiene en mente delegar la siguiente tarea en la lista. Respecto al tiempo que dedica a sus otras prioridades, se ha dado cuenta de que al hacerlo se encuentra más contento, más centrado y con más energía, y ha ido paulatinamente aumentando los momentos que dedica a estos aspectos de su vida, con lo cual su situación laboral es más llevadera. En cualquier caso, esto no es lo relevante. Lo más importante es que según sus propias palabras, sus niveles de estrés se redujeron dramáticamente desde el momento que tomó estas dos pequeñas decisiones. No cuando se llevaron a cabo, si no cuando él decidió actuar al respecto. En su mente, el saber que todo estaba en camino de mejorarse produjo un cambio radical. Como él mismo me explicó, es como ver la luz al final de un túnel. Aunque uno siga dentro y falten muchos metros, el saber que la salida está ahí y que caminamos hacia ella crea un mundo de diferencia. Al fin y al cabo, como decimos en metafísica, el universo es mental. 


Y tú, ¿que sueños vas a transformar en metas? ¿Que puedes mejorar en tu vida, o en la de otros? Acuérdate, el primer paso para crear una meta es poner una fecha. 









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