PUNTO DE VISTA - Un espacio para compartir opiniones.







jueves, 14 de enero de 2010

¿Y ahora qué hacemos?

Estaba yo escribiendo unas notas sobre como ser más felices, positivos y más relajados respecto a nuestras expectativas, cuando me he encontrado con la noticia del terremoto de Haití. La verdad es que me ha dejado muy impresionada. Como siempre, la cifra que menos me preocupa es la de muertos. Rezo por ellos y espero que hagan la mejor transición posible al otro lado. Lo que me preocupa son los damnificados. Personas que se quedan solas, que han perdido su vida tal como la conocían: familia, casa, trabajos... Niños que se quedan solos. Personas heridas. Víctimas a las que no se va a poder rescatar. Van a ser millones los afectados, y van a tener serias dificultades para recuperarse, dadas las circunstancias. Y yo me pregunto, ¿Como nos afecta esto a los demás? Siempre digo que la humanidad es una unidad, igual que un cuerpo. Lo que le pasa a una célula afecta en alguna medida a todo el organismo.

Lo primero que el cuerpo hace es movilizar los recursos necesarios hacia la zona afectada. Es lo que hacemos nosotros. Me alegra ver que muchos países ya han enviado personal especializado y materiales. Por proximidad y por capacidad, me hubiera gustado que la respuesta norteamericana hubiera sido más rápida, pero ya está en camino. Canadá, República Dominicana, Brasil, Francia y España, entre otros, están también movilizados y facilitando ayuda. Los supervivientes, por lo que leo, están empezando a organizarse entre ellos, y las ONGs más importantes, como Médicos Sin Fronteras, Oxfam y Unicef, están ya trabajando en la zona, más que nada porque tenían personal atendiendo proyectos en el país desde antes de la catástrofe.

Respecto al resto de nosotros, se me ocurre que tenemos al menos tres opciones: una es pasar del tema porque no tiene que ver con nuestra vida. Al fin y al cabo, son pobres, negros y encima están lejos. Esta opción equivale a no cuidarse una herida en el dedo gordo del pie porque no es una zona vital. Al final se puede engangrenar. La segunda opción es obsesionarse con las imágenes desoladoras de niños heridos y solos, de los que lo han perdido todo, hasta la esperanza, en un país que, tal como está, no puede ni ayudar a los vivos ni enterrar a los muertos.  Clamar al cielo y engancharse en lo atroz de la catástrofe es como deprimirse por tener una herida o una enfermedad. No sirve como ayuda, y entorpece una pronta recuperación. La tercera opción es poner manos a la obra. Algunos podrán físicamente acudir a la zona y utilizar sus conocimientos, su experiencia o sus habilidades para ayudar. Otros lo harán colaborando con la organización y la logística de los diversos equipos que colaboran en las tareas de ayuda desde su ciudad. Muchos ayudarán, en la medida de sus posibilidades, económicamente. El esfuerzo internacional y de las ONGs es importante y necesitan nuestra colaboración económica. Casi todos podemos colaborar, aunque sea muy modestamente. Por último, algo que TODOS sin excepción podemos hacer, es ayudar emocionalmente. Al que le guste rezar, que rece. Si reza mucho, mejor. Otros meditarán. Muchos visualizaremos. Cualquiera que sea el camino elegido, todo el amor que sintamos hacia ellos, se convierte en una fuerza creativa de apoyo. Si los consideramos fuertes y capaces de superar la catástrofe y reconstruir sus vidas, lo harán. Si nos imaginamos que toda la ayuda emocional y física les llega lo antes posible y de la manera más efectiva posible, así será. Es trabajo de todos. Esto equivale a cuidarnos y atendernos lo mejor posible cuando tenemos una herida o una enfermedad, y nos beneficia a todos.

Y tú, ¿Cual de las tres opciones eliges?

Enlaces para colaborar:
Médicos sin Fronteras:
http://www.msf.es/
Unicef:
https://servidorseguro.unicef.es/web/donacion.html?idcampana=1055
Intermón/Oxfam:
http://www.intermonoxfam.org/es/page.asp?id=3708

Manda esto a todos tus contactos, para que también puedan colaborar.


lunes, 11 de enero de 2010

Qué frío más rico!



La Plaza del Castillo (Pamplona, España. Gracias a mi amiga Veronica por la foto)


                                          

Colchester (UK) (Gracias a mi sobrina Natalie por la foto).

En Florida no tenemos nieve (por ahora) pero esta mañana estábamos a cuatro gradetes. La verdad es que de vez en cuando y como excepción, se agradece. Dejar las chanclas y las camisetas de tirantes unos dias es bien agradable. Tengo excusa para tomar un chocolate caliente, o para quedarme en casa viendo una peli, arrebujada con una manta. Pequeños placeres del invierno que tenía olvidados desde que vivo en éste apéndice del mapa americano.

Mi abuelo era agricultor. Siempre decía que la nieve hace la tierra fértil, las raíces más fuertes, y todo más sano porque mata mosquitos, virus y bacterias. En éstas mañanas gélidas, a mi madre le encanta abrir las ventanas de par en par, por lo menos media hora, para que entre la frescura a todos los rincones de la casa. Dice que siente todo limpio y renovado. Con éstos antecedentes, no es de extrañar que al ver las fotos de la nieve o al levantarme y notar el frío mañanero, me da la impresión de que de alguna forma, el aire gélido se va a llevar las bacterias y los mosquitos de la vida, dejándonos una más limpia y fértil. Me doy cuenta de que deberíamos hacer como la madre naturaleza: desacelerar, hibernar, desarrollarnos por dentro mientras disfrutamos un pequeño y acogedor retiro. Es tiempo de libros, de reuniones familiares, de té caliente, de Monopoli o Parchís, de hornear bizcochos, y si alguno tiene un albergue cerca, también es tiempo de acercarse a ver si necesitan una mano. Hace frío para todos, pero no todos lo recibimos de la misma manera.



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