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jueves, 3 de diciembre de 2009

Para solucionar la violencia de género, el primer paso está en manos del que la padece.

Violeta Santander, que recibió una paliza de su compañero sentimental el 2 de agosto de 2008, dice que no se sintió agredida, y que el susodicho no es un hombre violento. Hay un vídeo de la agresión. El hombre que la defendió pasó muchas semanas en coma, y sigue con secuelas después de haber sido atacado por el mismo individuo por defenderla. En su momento, cuando los hechos saltaron a la prensa, me pareció, como a casi todo el mundo, que es una verguenza que ocurran hechos así. Sentí lástima y admiración por el profesor Neida, y por la "pobre" señora a la que defendió. Después de leer hoy ésta noticia, mi lástima se convierte en frustración y enfado.


Yo no voy a decir que las personas maltratadas se lo buscan, porque me parece una aberración, y porque no hay excusa para la violencia, sea del tipo que sea. Los violentos actúan como animales y no como personas, porque tienen problemas sociales, psicológicos y emocionales. Son una lacra y unos enfermos, y también son el producto de una sociedad con valores erróneos y problemas educativos (entre otros). Por supuesto que las víctimas deben tener apoyo y ayuda, pero (alguien tiene que decirlo) lo primero de todo es que decidan dejar de ser víctimas. No tienen la culpa de lo que les pasa, pero sí tienen la responsabilidad de romper el círculo vicioso en el que se encuentran y de salir de ahí. No se han buscado lo que les ha ocurrido pero sí se buscan el que siga ocurriendo, porque lo niegan, lo justifican o lo ignoran. Apoyo las campañas contra la violencia, sea del tipo que sea. Me solidarizo y colaboro en la medida que lo puedo hacer, pero que no cuenten conmigo si se acomodan a una situación denigrante hasta que les parece normal, y prefieren ver a un hombre justo y valiente al borde de la muerte antes que reconocer que las maltratan y terminar con ello. ¿Hasta qué grado se puede distorsionar la realidad? Entiendo que las víctimas que adoptan ésta actitud están tan enfermas como los agresores, pero deben saber que hasta que ell@s no digan basta ya, los demás no podemos hacer mucho por ayudar.
De todas las personas que haya en mi vida, ninguna será más que yo. (que también hay hombres maltratados).

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